Unas manos hábiles y prestas,
con sumo amor y cuidado
prepararon el lugar exacto,
donde sembrarían la simiente.
La naturaleza pródiga
le obsequió con creces,
a la más bella de las flores,
que ostenta el jardín, sin dudas.
Se yergue esbelta y altanera
en un cantero que es su cuna,
un reparo que la alberga
de las invernales inclemencias.
Hoy, emerge entre la gramilla,
es un pimpollo todavía,
pero mañana despertará glamorosa,
luciendo sus pétalos de rosa.
La vida le ha premiado
a esas manos amorosas,
y el hasta ayer delicado pimpollo,
es hoy, de las flores todas, la reina.
Viviana Laura Castagno Fuentes

