Escucha viento, escucha,
no azotes con tus bríos,
mengua tu empecinamiento,
estás atribulando a un nido.
Él está desprotegido,
sobre una vieja chimenea
que como hogar fue elegida
por dos palomas ansiosas
que allí amorosamente anidan.
Si continúas con tu ira
caerá desde lo alto,
fenecerán dos ilusiones
que allí se están incubando.
Deja que el ciclo continúe,
sus padres están desorientados,
cuando ruges, más lo azotas todavía,
hay dos huevecillos frágiles
deja que sus vidas sean
sé compasivo -te exijo amigo viento-.
Viviana Laura Castagno Fuentes
