Y me di cuenta,
que no hubo olvido
fue la mente solamente
esgrimió sus artimañas la astuta,
aunque al alma tan sabia
debo confesarte: no la engañó nunca.
Y me di cuenta,
despertaron los recuerdos todos
que en apariencia estaban dormidos
eran grandes simuladores, ladinos,
intentando convencerme con creces
que en mi universo ya no existías.
Y me di cuenta,
cuánto urde la mente tan ágil,
cuánto empecinamiento impone
intentando extirpar de mis intersticios
sentimientos que se volvieron raíces
y hospedados en mi alma
plácidamente viven.
