El bote espera,
es paciente y sabe
que el agua es su casa,
como lo es el cielo del ave.
Su corazón de madera,
late por quién se acerque
a humedecer su alma
nacida de un viejo alerce.
Se cansó de su retiro,
no ha sido voluntario
él ama hundir su cuerpo
en las tibias aguas del piélago.
Percibe y se estremece,
se acercan días de enero
el calor le garantiza
dejará su lugar de prisionero.
Viviana Laura Castagno Fuentes
