Extrañar
es para mí un sentimiento
que tiene potestades íntimas
y posee la autonomía
para resistir mis estrategias
cuando domeñarlo intento.
Es tan ubicuo como hábil,
sortea mis estériles
esfuerzos y me desanima,
porque la analgesia fracasa
y entumece mi universo.
Extrañar, un verbo solamente
si leemos la palabra
sin atención y reparo,
pero comprendiendo
su estricta acepción
se transforma en un alud
debajo del que muchas veces
permanezco sepultada e inerme.