—ojalá hubiese sido leyendo—
que indubitablemente
el amor y el dolor
son indivisibles.
Podría afirmar
—son una simbiosis—
y logran convivir
allí donde emergió
la escisión que al principio
los estaba separando.
El amor, —tan íntegro el—
acudió sin hesitar
al lugar donde estaban
esparcidos los daños
y convenció al dolor
que solamente juntos
emergerían ilesos.
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