La mujer de mi vida,
la que sabía
descubrir los tesoros
que escondidos tenía
y a ofrendarlos
me animaba.
La misma que buscaba
estrellas en el cielo
y a la oscuridad
espantaba
mientras sonreía.
La mujer que conocía
mis límites internos
y a expandirlos
me invitaba
para que mi timidez
desapareciera.
Ella, la musa inspiradora
de mi poesía,
partió en silencio
hacia un exilio
del que nadie vuelve.
No me daré
por vencida,
intentaré rescatarla
cada día
con la mitad de mí
(la que quedó)
porque la otra...
partió junto a ella.
Viviana Laura Castagno Fuentes
