Estoy muy consciente de que la palabra "olvido" —no tiene espacio en el diccionario de mi vida—, porque me dueles como el primer día y así será aunque transcurran mil años.
Habrá quienes comprenderán lo que expreso, otros que no, pero ya nada importa, tu adiós ha sido y será el mayor de los dolores y también un aprendizaje que me acompañará mientras continúe en este inefable camino denominado vida.
Cambiaste mis prioridades todas, personas que antes me importaban —están solamente en la memoria— asiladas en el universo de los recuerdos, pero ya no en mi alma.
Dueles. ¿Sabes algo?: cada vez que intento disfrutar el fragante café de la mañana —nuestra ceremonia diaria— nuestro gesto de complicidad (entre tantos otros) tu ausencia se acrecienta.
Si hasta te veo dibujada en el huidizo humo —sonriendo—, como si intentaras decirme: "¡Vamos! aquí no ha sucedido nada, es tan natural morirse"(fueron tus últimas palabras).
Y así será para siempre, habrá días más plenos, otros traerán sus borrascas inesperadas, pero no te irás nunca, —porque la intensidad de tu amor ha formado surcos en mis estepas—, si hasta parece que aguardaran la simiente para acabar con las esterilidades.
Y lo intento, disipo los nubarrones amenazantes para dejar espacio a la luz del sol que despunta cada mañana, —cuando la niebla pertinaz no lo abduce— en este invierno que trajo sus bríos con contundencia.
Imito tu fortaleza ante las adversidades, a veces lo logro, otras veces —fracaso en el intento—, pero no me rindo y no lo haré te prometo, seguiré abriendo caminos y habilitaré los clausurados, mereces la mejor versión de mí te aseguro.
Porque la razón eres tú y nadie más, eres mi bálsamo, la musa inspiradora de mis letras —hoy anquilosadas— y la fuerza motriz inclaudicable que impulsa la nave de mi vida.
Continuaré, ahora vives dentro de mí y aunque ya no pueda verte, tu legado inconmensurable y digno justifica y garantiza —que estarás siempre—, aunque en apariencia y solamente en apariencia —te hayas ido— a iluminar otras vidas en otras galaxias o seas esa estrella que resplandece cuando la noche de placidez se inviste.
Viviana Laura Castagno Fuentes
