Aunque estoy en obra todavía
y soy un proyecto inacabado
de a poco estoy emergiendo.
Me abdujo el mar ese día
naufragué en su arena dorada
y claudiqué en sus acantilados.
Revolucionó con ínfulas a sus aguas
las convirtió en un ejército
que con hidalguía avanzaba.
El mar, —fue la parábola perfecta—
lo observé —aun conmocionada—
y él respondió todo, sin decir nada.
Presintió mi alma con contundencia
que aquel piélago inasible, bellísimo,
estaba acompañándome en silencio.
Viviana Laura Castagno Fuentes
