Dime:
¿Cómo se cura
la herida que dejó
tu partida inesperada?
Porque convengamos,
lo nuestro era invencible
éramos dos gladiadoras
lidiando contra todo.
Si hasta movimos
una gigante montaña
era un óbice perpetuo
que nuestro nexo impedía.
Convertimos en vergeles
zonas estériles y bravías
para inaugurar un sendero
que a los límites esfumaba.
Convinimos con el sol
amaneceres perpetuos
habilitarían ellos las luces
que el ocaso mutilaba.
Entonces...
¿Cómo debo suturar
la herida que dejaste
con tu adiós inexplicable?
Viviana Laura Castagno Fuentes

