Eres una oda
de la natura,
un reto perpetuo
a la imaginación
de los poetas.
Estabas calmo
—pero solo en apariencia—
porque tus fauces de agua
a las playas devoraron.
Saciaste tu sed amigo,
quedaron árboles,
piedras, arenas doradas,
bajo tu irredento manto.
¿Hay un límite,
o tu angurria
está ávida
y va por más todavía?
Eres un prodigio
y lo sabes,
una beldad irrefutable
cuando estás dormido
o en actitud beligerante.
Viviana Laura Castagno Fuentes
