—Está bien, afirmó casi sin dudar y generó un ímpetu inefable, era la materialización de un proyecto muy deseado y minuciosamente pergeñado.
Algo sucedió en el medio, era obvio, pero no había intenciones por indagar en las causas y no tardó en aparecer como una excusa la palabra más odiosa que existe para mí el "pero" porque posee la extraña potestad para condicionar todo.
Es ambigua, inexacta, tiene implícita a la duda, a la condicionalidad y detona en segundos lo que antes era una certeza.
Es un óbice en el camino, nos obliga a disminuir el énfasis, a mermar el envión que insuflamos a nuestros planes y casi diría los eclipsa, los elimina abruptamente.
Y por supuesto, nada fue como antes, apareció la palabrita más fraudulenta que integra el diccionario para precipitar la ruptura y junto a ella se volatilizaron proyectos que en apariencia eran sólidos y prometedores, antes de que el gran desbaratador hiciera su incursión inesperada para volatilizar en un segundo todo.
—Está bien, pero...
Viviana Laura Castagno Fuentes
