Munida de prolíficos recuerdos
estoy transitando mi viaje
minimizando necesidades.
Y te encuentro en todas partes
—porque es un hecho inevitable—
un obsequio de la vida, un privilegio.
La natura es mi cómplice dilecta
—y lo comunica con idoneidad—
en el jazmín que a un tronco abraza.
Y en las ágiles golondrinas
cuando su coreografía despliegan
en un vuelo unísono y majestuoso.
¿Y qué decir de la luna
redonda y nívea, inmiscuida
entre dos especies arbóreas?
¿Y cuando el cielo torna
de azul cerúleo a gris amenazante
como si el invierno rehusara a irse?
Definitivamente la naturaleza
—es mi aval, mi nexo inescrutable—
la proveedora de todos los indicios.
Viviana Laura Castagno Fuentes
