Deberíamos tener
una sutil oportunidad
un entresijo —diría—
—para espiar a la muerte—.
Sí, deberíamos poder
acceder a una hendija
—o al ojo de su cerradura—
para otear de qué se trata.
Porque convengamos
ignoramos todo sobre ella
—es nuestra única certeza—
y un albur es la vida toda.
El proceso del dolor ante un adiós,
nos conmina a navegar
—en un mar ignoto y desafiante—
sin puerto ni amparo alguno.
Si pudiésemos averiguar
a dónde se van quienes
—en el camino se adelantaron—
las desazones se atenuarían.
Definitivamente
deseo espiar a la muerte
para encontrar un anclaje
saber que estás bien y ya no sufres.
Viviana Laura Castagno Fuentes
