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jueves, 21 de marzo de 2019

PRIMEROS PASOS


Comienza, con miles de dudas, 
con tus miedos haciendo fila
para poner límites a tus ansias,
pero comienza.

Comienza, aun si tu velero
está sobre procelosas aguas
y no eres un timonel experto,
pero comienza, hazlo.

Comienza, aunque ello implique,
alejar a personas de tu derrotero,
vendrán otras tan o más valiosas,
pero comienza.

Comienza, aunque trémulo
no logres cargar el equipaje 
y tu voz quebrada 
cercene la despedida.

Comienza, los miedos son hábiles
y estarán allí azuzando
con gran solvencia
para desbaratar tus sueños.

Por todo ello
la alternativa es el comienzo,
aparecerán nuevos caminos
y tus miedos huirán despavoridos.


Viviana Laura Castagno Fuentes
                 

ATREVERNOS



Ella es distinta a todas
nació con una impronta única,
en el jardín de la vida se distingue
porque se animó a ser diferente.

Si hubiese copiado el color
sería una más de su especie,
aceptó los desafíos naturales
y por ello, dones especiales recibió.

Posee peculiaridades
sus pétalos son aterciopelados,
sus hojas son más resistentes
y su pedúnculo la mantiene erguida.

La vida exhibe sus magnanimidades
de nosotros depende abrevar en ella
atrevernos a ser honestos, auténticos,
quitar de cuajo prejuicios
que en estorbos se convierten.

Hay un mundo vasto para todos
y todos nacimos para ser libres
no esclavos de mandatos, ni dogmas,
que en hipocresías están anclados. 

Viviana Laura Castagno Fuentes 
                        

REGRESO A MI ABUELA



Hay recuerdos tan vastos,
son lugares, vivencias, sabores,
pero hay recuerdos muy especiales
que guarda el alma —y son personas—.

Comienza en —el barrio de Núñez—
en ciudad de Buenos Aires,
donde —por designios del destino—
estoy viviendo desde hace años
y es donde se cobijó mi infancia.

Tuve una abuela que marcó a fuego,
mi vida y —fue mi paradigma—
un modelo a seguir,
una montaña de valores.

Nació cuando el siglo diecinueve
comenzaba a despedirse y la sociedad
—era otra, diferente, más sencilla—
menos complicada,
pero muy prejuiciosa.

Ella nació con alas en su alma, 
fue madre de ocho hijos, madre dilecta,
maestra, directora de escuela,
—pero por sobre todas las cosas—
mujer de valor, honor
y convicciones férreas.

Y no hablo del actual empoderamiento,
(término que hasta me desagrada)
porque tiene implícito, 
—un sesgo de odio, de confrontación—
de resentimientos no resueltos. 

No, mi abuela fue transmisora de valores,
los que modifican las conductas,
—para que seamos mejores personas—
y poseía un gran magnetismo, único.

Tuvo que elegir su paz interior,
cuando el pueblo donde vivía
—no comprendió su divorcio—
y víctima de esa ignorancia 
el aislamiento padeció. 

Ella, que se imbuía de independencia,
—esa que nace en el alma—
decidió mudar su universo a la ciudad,
para comenzar una vida en paz.

Por ello, —regreso a mi abuela—
cuando hacia los recuerdos viajo,
—ella eligió su paz interior—
y emigró del lugar que intentó 
mutilar sus inmensas alas. 

Viviana Laura Castagno Fuentes