Mirar la vida con ojos de niño
supone enmudecer la mente,
dar libre albedrío al alma
derribar paredes, tender puentes.
Mirar la vida con ojos puros,
demanda un cambio de actitud,
es instalar alas, allí donde hay raíces,
para despabilar sentimientos
que anquilosados viven.
Mirar la vida como mira el niño,
es quitar grilletes, es liberación;
es habilitar paletas con colores
donde la oscuridad se aposentó.
Mirar la vida con ojos tiernos,
es habilitar la espontaneidad,
regocijarse con las simplezas
dar rienda suelta a la ingenuidad.
Mirar la vida como mira un niño,
es garantía tácita de felicidad,
es quitarse las vendas de los ojos,
es fluir de la mano del amor y la verdad.
Viviana Laura Castagno Fuentes
