Solamente me quedaron
—los recuerdos tan vastos—
ellos son y serán un testimonio
mudo, tácito y eviterno.
Porque es imposible
olvidar, a quién sembró
—amores inconmensurables—
que día a día germinan.
Permíteme una infidencia
—cada vez que te apareces—
en mi océano de recuerdos,
mis zonas áridas mutan
a bosques de pinos majestuosos.
Se ordenan mis precariedades,
se volatilizan mis fragilidades
—y la vida remeda hábilmente—
tu frase inolvidable:
¡Aquí el no puedo, no existe!
Entonces mi renacer comienza,
suturo otra vez mis cicatrices
—cesan los dolores o menguan—
porque recordarte me modifica
y sé que verme estoica, férrea
hubiese sido tu deseo magno.
Y continuaré despabilando
lo que llevo en mi memoria
—que es mucho y es todo—
porque aun invisible a los ojos
estás viva y no te irás
porque no te has ido.
Viviana Laura Castagno Fuentes
