Hacer las paces con el pasado
es aligerar las cargas que portamos,
es vaciar al corazón de futilidades
para que se sienta amo y no siervo.
Por eso hay que vaciar la mente
de los óbices y dejar la simiente,
para que ingresen nuevos aires
a fertilizar nuestras esterilidades.
El pasado es un docente —ausente—
que estará siempre presente, enseñando,
abrevemos en su sabiduría siempre,
sin rencores que— solo suman daños—.
Viviana Laura Castagno Fuentes
