La pertinaz lluvia
desorganizó con creces
las peculiares lozanías
del estío en retirada.
Precipitó con ínfulas
el éxodo obligado
de las aves
hacia mejores refugios.
Quedó la araucaria
huérfana de cantos
y de algarabía
junto al eucalipto.
La natura demanda,
somete a cambios
sin preparación previa
y genera desasosiegos.
Se quedó el patio
con las reinas desvalidas
porque una lluvia estival
secuestró sus esplendores.
Viviana Laura Castagno Fuentes
