Tal vez, me equivoqué de siglo,
tal vez, me imbuí de valores
y en realidad, se trataba de códigos,
tal vez sea eso y más todavía.
Me siento escindida...
mi mente dice: ¡adelante!
pero mi intuición más profunda
enciende su luz roja de peligro.
La honestidad, la verdad,
eran el ropaje que abrigaba
y preservaban a la existencia
de las inclemencias del afuera.
Un apretón de manos
sellaba cualquier acuerdo,
una palmada cálida en la espalda
reemplazaba al litigio y al abogado.
No me gratifica el mundo
me siento una extraña,
una huérfana que busca
más humanismo, menos maldad.
Y no esquivo los cambios,
porque son parte de la vida,
me desconcierta que sean
para desbaratar paradigmas.
tal vez, me imbuí de valores
y en realidad, se trataba de códigos,
tal vez sea eso y más todavía.
Me siento escindida...
mi mente dice: ¡adelante!
pero mi intuición más profunda
enciende su luz roja de peligro.
La honestidad, la verdad,
eran el ropaje que abrigaba
y preservaban a la existencia
de las inclemencias del afuera.
Un apretón de manos
sellaba cualquier acuerdo,
una palmada cálida en la espalda
reemplazaba al litigio y al abogado.
No me gratifica el mundo
me siento una extraña,
una huérfana que busca
más humanismo, menos maldad.
Y no esquivo los cambios,
porque son parte de la vida,
me desconcierta que sean
para desbaratar paradigmas.
Viviana Laura Castagno Fuentes
