Con el típico desenfado
que lo caracteriza
se está anunciando,
mientras su predecesor
las ínfulas va menguando
como en un gesto de complicidad
o tal vez, habilitando un permiso.
Llega a desbaratar las lozanías
que con tanto esmero
creí perpetuar o demorar al menos,
pero ha sido infructuoso,
un desgaste en sí mismo
porque lo único perpetuo
es el cambio y ante el prestidigitador
claudica todo lo pergeñado.
Hoy, no solamente
llegó a soliviantar el entorno
con su natural tendencia al caos,
sino que también desvistió
-fragilidades en apariencia reparadas-
que están ahora en orfandad absoluta,
ante un recalcitrante "otoño"
que sobre desnudeces es absoluto amo.
Viviana Laura Castagno Fuentes
