Estaba ilusionado, regresaba
a aquel pueblo -ahora lejano-
donde su vida había comenzado
cuando el invierno se despedía
y la primavera a los jardines
con solvencia engalanaba.
Preparó con dedicación su viaje,
porque no sería uno más, no,
sería un viaje dentro de otro
el más trascendente de todos,
el de la vida misma.
Era un viaje al pasado en el presente,
tal vez buscando respuestas tantas
sobre cuestiones privadas, íntimas
o para despertar al desván inquisidor,
donde duermen sus más frondosos recuerdos.
Dejó a un pueblo, encontró a una ciudad,
con atavíos diferentes, la misma,
pero distinta -evoluciones inexorables-
volvió el hombre y se reencontró
con su niño despierto todavía
y eso fue lo mejor de su viaje.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Viviana Laura Castagno Fuentes



