¿Estás triste, te inundó
un océano de miedos?
No temas, tengo un refugio
un escondite, aquí dentro.
Es una plaza con juegos,
en un rincón del alma edificada,
donde podremos acurrucarnos juntas
y esperar a que arrecie
la tempestad del afuera.
Ven, toma mi mano,
para que sientas, cuánta paz
y plenitud allí se aposentan.
Solo debemos cerrar los ojos,
y viajar por la senda
de los recuerdos
hasta reencontrarnos
con nuestra infancia.
Una vez allí, podremos jugar
en los columpios,
nos impulsaremos con ímpetu,
e intentaremos robar
una nubecita vagabunda al cielo.
Una suave brisa, muy tímida,
acariciará nuestros cuerpos,
ataviados con vestidos vaporosos
de tela de broderie y gasa.
También nos aguarda;
una calesita mágica,
con un caballito quieto,
un bote lustroso, un avión azul metálico
y un cisne elegante de cuello negro
para que elijamos, en cuál de ellos,
emprender nuestro viaje.
Sí, lo intuyo, me dirás cuando bajemos,
que sentirás mareos, un poco,
pero solo es cuestión de caminar
cuidadosamente y superarás al rato.
Nos acostaremos sobre la gramilla
prolijamente cortada,
entre matas de flores de lavanda
y miraremos hacia el cielo,
buscando las figuras
que caprichosamente esculpen
las nubes esponjosas.
¿Cómo estás, cómo te sientes?,
espero haber sido una buena anfitriona,
solo deseaba, que en la plaza
edificada en mi alma,
te hayas sentido segura y reconfortada.
Si estás de acuerdo,
podemos regresar al afuera,
tal vez se apaciguó la borrasca
y nos aguarda un iridiscente sol
para solazarnos con creces.
Viviana Laura Castagno Fuentes
un océano de miedos?
No temas, tengo un refugio
un escondite, aquí dentro.
Es una plaza con juegos,
en un rincón del alma edificada,
donde podremos acurrucarnos juntas
y esperar a que arrecie
la tempestad del afuera.
Ven, toma mi mano,
para que sientas, cuánta paz
y plenitud allí se aposentan.
Solo debemos cerrar los ojos,
y viajar por la senda
de los recuerdos
hasta reencontrarnos
con nuestra infancia.
Una vez allí, podremos jugar
en los columpios,
nos impulsaremos con ímpetu,
e intentaremos robar
una nubecita vagabunda al cielo.
Una suave brisa, muy tímida,
acariciará nuestros cuerpos,
ataviados con vestidos vaporosos
de tela de broderie y gasa.
También nos aguarda;
una calesita mágica,
con un caballito quieto,
un bote lustroso, un avión azul metálico
y un cisne elegante de cuello negro
para que elijamos, en cuál de ellos,
emprender nuestro viaje.
Sí, lo intuyo, me dirás cuando bajemos,
que sentirás mareos, un poco,
pero solo es cuestión de caminar
cuidadosamente y superarás al rato.
Nos acostaremos sobre la gramilla
prolijamente cortada,
entre matas de flores de lavanda
y miraremos hacia el cielo,
buscando las figuras
que caprichosamente esculpen
las nubes esponjosas.
¿Cómo estás, cómo te sientes?,
espero haber sido una buena anfitriona,
solo deseaba, que en la plaza
edificada en mi alma,
te hayas sentido segura y reconfortada.
Si estás de acuerdo,
podemos regresar al afuera,
tal vez se apaciguó la borrasca
y nos aguarda un iridiscente sol
para solazarnos con creces.
Viviana Laura Castagno Fuentes
