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viernes, 16 de febrero de 2024

MIS HASTÍOS

 

Hoy, con más experiencia y más solvencia para gestionar la muerte de mi adorada Madre, debo reconocer que me generó un gasto de energías innecesario tener que explicar (a quién no tenía la mínima intención de comprender nada) la causa de mi tristeza. 

¿Todavía hay que aclarar lo que es el dolor ante una pérdida inevitable?

¿Hay tanta humanidad deshumanizada, tanta frialdad?

Siempre tuve muy claro que a mí me competiría lidiar con ello, porque lo que se siente es  intransferible — el resto del mundo queda afuera — es absolutamente inexistente.

Pero llegar a la conclusión de que los mal llamados "amigos" podían aportar un ápice de calma y que en sus hombros podríamos recostarnos "se convirtió en la decepción más absurda de todas".

Por lo tanto hoy puedo afirmar: Salvo honrosas excepciones — porque hay seres maravillosos — la gran mayoría huye del compungido, no desea inmiscuirse en nada que los arrebate de su zona de confort, se alejan con argumentos estúpidos y regresan esperando que la tormenta haya amainado, — pero si la tormenta sigue ahí — vuelven a desaparecer.

Muchas gracias al dolor — ese sutil pedagogo — porque me aleccionó con gran humildad sobre la precariedad y la inconsistencia humana, fue el atinado medio para extirpar de cuajo la maleza que a mi pródigo vergel lo eclipsaba.

Aprendí que hay que regodearse entre los escombros en la más absoluta soledad, sumergirse en él y permitirse el tiempo exacto para emerger cuando determinemos que estamos listos, antes no, porque nadie debe inmiscuirse en el privadísimo proceso del duelo, nadie. 

La única persona importante que merece todo de nosotros es y será quién nos arrebató el alma cuando nos dijo "adiós" y nos dejó a tientas, vacíos y desolados, nadie más.

Viviana Laura Castagno Fuentes



JAMÁS TE IRÁS

Cuantas madrugadas
me sorprenden 
con la insistente pregunta:
¿Dónde estás, hacia dónde 
has partido, cuando el estío
sus balbuceantes pasos comenzaba?

Y no poseo las respuestas,
acudo sin hesitar 
a la imaginación solamente
es allí donde una tenue luz 
un incipiente camino anuncia.

Y sí, estás, aquí y allá,
hacia donde mi alma mire
te encuentra 
y lo comunica muy bien
con una solvencia única.

Estás, en las luces matinales
que entre el follaje 
de la bellísima araucaria 
está infiltrándose 
con las intermitencias
que el viento tozudo genera.

Estás, en el vuelo confuso
de los loros soliviantados,
pero también en el vuelo
compacto y sociable
de los negros estorninos.

Estás justo allí, 
donde medran las lavandas
mientras su fragancia esparcen
cada vez que un espléndido sol
con ínfulas las acicatea.

Estás, en el aroma inconfundible
del café de la mañana,
si hasta me confundo a veces
cuando mi mirada
busca tu taza y logro 
a tiempo despabilarme.

Estás en todo y todo el tiempo,
y no te irás te confieso
porque no se van jamás
los grandes amores 
que en las profundidades
del alma, fueron perfectamente
cincelados.

Viviana Laura Castagno Fuentes

ALGO DE MÍ

Y fui arena un día
aguardando ser besada
por los labios húmedos
de unas aguas mansas
pero también bravías.

Y fui mar otras veces
en actitud taciturna,
descansé en la playa
desperté a las piedras
y claudiqué en los acantilados.

Y me convertí 
en apacible sendero,
fui guía del caminante
de aquél que busca perderse
y también de quién se encuentra.

Y me extravié 
tantas veces,
aun cuando los carteles
me indicaban la salida,
y me sigo equivocando
y continuaré equivocada
porque así es la vida.

Viviana Laura Castagno Fuentes

LA DOCTA

Necesitaba ausentarme 

y dejar a mis letras 

en condición de orfandad

aunque fuese en apariencia 

solamente.


A veces la vida 

nos invita amablemente

a detener nuestros pasos,

pero también es experta

en asestar duras golpizas

para que la escuchemos

cuando tiene algo

para decirnos.


Pero: ¿Qué más quieres 

de mí

si todo te has llevado,

qué más debo aprender

si la explicación fue perspicua?


Sabrás amiga mía

tus enseñanzas 

han sido contundentes,

me convertí en una naúfraga

de un navío que hundió

la implacable mar un día.


Sucumbí entre sus aguas,

si hasta perdí la noción 

de las horas 

los días y hasta los meses,

todo se convirtió

en un amasijo informe

y se detuvo el tiempo.


Y aún sigue en pausa

debo confesarte,

lo interrumpe 

solamente

la versatilidad de la natura

cuando con sus actos 

magistrales 

logra despabilarme un poco.


Déjame organizar 

mis recuerdos, tan ricos

tan amorosos,

porque al fin y al cabo

de ellos estoy construida,

es tan exiguo el presente

y tan incierto el mañana

que en mis ayeres 

está mi plenitud 

cómodamente hospedada.


¿Qué más debo aprender

amiga?

ve en busca de otra alumna

te sugiero,

tus enseñanzas 

han sido pedagógicas

"nadie murió ni lo hará nunca

sus recuerdos son la garantía".


Viviana Laura Castagno Fuentes