Elijo siempre
albergar dentro de mí
—a los sueños—
y desdeño a los planes
y a los proyectos.
Porque los planes
son hechuras
de la mente,
son demandantes
convocan a la ambición
y anulan a los sentimientos.
Pero los sueños,
son gestados
en el útero amoroso
que posee el alma
—el lugar que les pertenece—.
Emanan con enorme
espontaneidad,
no necesitan anclajes
sino alas prestas
porque el universo
es el destino del viaje.
En esa vastedad
se dispersan,
buscan a sus iguales
y a sus opuestos también
o eligen a la soledad
como su compañía.
A los sueños
los pergeñamos
despiertos o dormidos
solos o acompañados
—algunos llegan a puerto—
y otros son eternos náufragos.
Una vez emancipados
de ellos me olvido,
necesitan liviandad
sin mezquinas exigencias
—porque dejan de ser míos—
los soñé solamente.
Y hay sueños únicos
que viven para siempre,
han sido esculpidos
con amor incondicional
—y no fenecerán jamás—
aunque hayan fenecido.
Viviana Laura Castagno Fuentes
