El estío trajo
calores abrasadores
tardíos y contundentes.
Detuvo la algarabía
y la sinfonía de las aves,
las conminó al silencio.
Dejó en agonía
a una bellísima suculenta,
estoy procurando insuflarle vida.
La quietud es ama ahora,
apaciguó los bríos
hasta la sombra quema.
Llegó el estío
estuvo apoltronado el astuto
pero despertó el pirómano.
Viviana Laura Castagno Fuentes
