-¿En qué piensas?- afirmó.
Y mi respuesta
no tardó en llegar:
-Cada vez
que taciturna me veas
haz silencio te pido,
estoy dejando fluir
a mis silencios
mientras alas les incrusto.
Y ellos están tan ávidos
que en avecillas mutan
cuando eligen partir
hacia ignotos universos.
Otras veces,
en una montaña informe
de ellos me convierto
y en apariencia
enmudecidos yacen.
Pero si miras muy dentro
-con actitud escudriñadora-
verás fácilmente
que no existen
esos aparentes silencios,
ellos en expertos oradores
se convierten
cuando intuyen
que una situación
lo amerita.
Los silencios,
avecillas ávidas unas veces
oradores expertos otras tantas,
el misterio perpetuo
cuando la mente inquieta urde
y el alma mansa, su paz reclama.
¿En qué piensas?
Viviana Laura Castagno Fuentes
