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domingo, 3 de enero de 2021

MIS DESEOS


Ya no soy aquella jovencita

—la que eligió partir— 

cuando la primavera 

a un hierático invierno

despedía.


Transcurrieron décadas varias,

—casi nada o demasiado—

todo depende 

de la perspectiva

o del cristal con que miremos.


Para mí fueron 

—los años exactos—

para emprender el proceso

de aprendizaje

que nos demanda

este viaje finito

al que denominamos vida.


Ya no soy aquella jovencita,

—imbuida de sueños tantos—

pero también de miedos

a los que debí sepultar

uno a uno 

mientras seguía caminando.


Hoy, cuando avizoro

que en mi hoja de ruta

—es exiguo lo inexplorado—

que lo ya recorrido,

solamente unos pocos deseos 

me amueblan, muy pocos,

y caben todos en mi mano cerrada.


Quiero esta paz del presente,

—necesito a pocas personas—

y de esas que no hacen ruido

ni cuando ingresan 

ni cuando con sigilo se marchan.


Quiero a mi naturaleza

dando lecciones diarias

de sabiduría incomparable;

—quiero a mi río único—

con sus playas sedientas

pero también 

cuando están desaparecidas

porque lluvias pertinaces

decidieron ahogarlas.


Quiero a mis glicinas

derramándose en cascadas

desde un muro derruido

—pretendiendo ser vides—

en fragantes racimos devenidas.


Quiero a mis amaneceres

cuando los zorzales despiertan,

—a mis cielos arrebolados—

incendiando los atardeceres

espectáculos cinematográficos, 

magnificencias naturales

que el universo obsequia.


Definitivamente

—ya no soy aquella jovencita—

sino una mujer que ansía

—lo más sencillo e importante—

lo que no se ostenta

porque son bienes 

que solamente el alma atesora

sin códigos de seguridad, ni claves.


Es la paz interior, 

—el amor anclado muy dentro—

es la verdad sin cortapisas

porque la mentira 

—es un desgaste innecesario—

compañeros todos

de este apasionante 

y pedagógico viaje

denominado vida.


Viviana Laura Castagno Fuentes