Adoro tu impetuosidad,
tu sesgo sorpresivo
tus dones para desbaratar
lo prolijo y previsible.
Eres única te diré,
devoras con tus fauces
lo que en tu derrotero hallas
mientras sacudes la modorra
de todo un pueblo.
Si hasta al río revolucionas,
sus aguas mansas
mutan a mar bravío
y a las playas conmocionas
cuando con tus vestigios las
inundas.
Si hasta la vida detuviste,
silenciaste los cantos
esparciste los nidos frágiles
atemorizaste a las avecillas,
—irredenta lluvia de verano—
¿Esto es todo o seguirás
desbaratando las lozanías?
Viviana Laura Castagno Fuentes

