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sábado, 20 de julio de 2024

INSOMNIOS

 

Existen madrugadas, en las que el insomnio —con suma idoneidad— se instala.

Y las mismas se tornan tan largas, que parecen atemporales e infinitas.

La mente audaz, intrépida, comienza su tarea, aunque le impongo férreos cerrojos, porque en libertad —es una virtuosa— una habilidosa manipuladora que al pasado entero solivianta.

Desvelos, espacios que parecen arcones —donde la memoria tiene su guarida— y cómoda se siente, porque se cree timonel de una barca que a la deriva —en apariencia— su derrotero está realizando.

Y es en ese lapso de tiempo, donde se cuelan —sin mi anuencia— los recuerdos, algunos son caricias sempiternas e inolvidables, pero percibo muy dentro que sangran todavía, porque no logré domeñar  con solvencia ese universo donde —las ausencias son una daga en el alma—.


Son heridas infligidas por la vida, 
que en el azaroso camino fuimos coleccionando —y que en apariencia se han petrificado— pero una noche de desvelo interminable las despertó también a ellas, están vivas, esperando ser curadas todavía.

Viviana Laura Castagno Fuentes

EL IRREVERENTE


Este invierno
trajo a sus fríos 
de otros lares 
y ha conmocionado
la aparente paz
del vergel 
que cómodamente
instalada estaba.

Nada quedó indemne,
su férrea embestida
desdibujó con creces
no solamente 
las texturas,
sino que secuestró
los colores 
que la natura exhibía.

Una bella suculenta
que parecía desafiar 
con gran hidalguía
las embestidas todas,
ante las heladas 
—inesperadas y hostiles—
ha claudicado 
y hoy sus ramas 
están desfalleciendo.

¿Qué te propones amigo?

He cuidado con esmero
cada especie, 
cuando el sol 
—su estoicidad amenazaba—
un resguardo seguro
era la respuesta 
y los esplendores
sus bríos recuperaban.

Pero, tu irrupción
—tan feroz, como implacable—
solamente trajo desaliño,
que desalentó la vida
de una amorosa
variedad de suculenta,
no estaba acostumbrada
—a tus fríos impetuosos—
ella medraba a gusto
con la calidez amorosa
que la primavera
y el estío le ofrendaban.

Viviana Laura Castagno Fuentes

TIEMPOS DE RESARCIMIENTOS


La abstracción,

un hábito saludable

—al menos para mí—

para desalojar

—o aprender a cohabitar—

con los páramos

que inevitablemente

ha ido instalando

en su derrotero

su majestad la vida.


Porque convengamos,

cuando la riada 

ha arrasado con todo

y los cimientos 

hasta ayer sólidos

—ya no existen—,

comienza un proceso

largo e interminable,

—una adaptación perpetua—

con carácter de reincidente.


Y es justo allí,

cuando aparece 

la impetuosa necesidad

que me conmina 

a ignorar el afuera

—tan nimio e indolente—

porque las respuestas

siempre estuvieron

y estarán 

—en ese lugar de privilegio—

donde el alma 

posee su estancia

por nosotros aguardando,

para resarcirnos.


Viviana Laura Castagno Fuentes