trajo a sus fríos
de otros lares
y ha conmocionado
la aparente paz
del vergel
que cómodamente
instalada estaba.
Nada quedó indemne,
su férrea embestida
desdibujó con creces
no solamente
las texturas,
sino que secuestró
los colores
que la natura exhibía.
Una bella suculenta
que parecía desafiar
con gran hidalguía
las embestidas todas,
ante las heladas
—inesperadas y hostiles—
ha claudicado
y hoy sus ramas
están desfalleciendo.
¿Qué te propones amigo?
He cuidado con esmero
cada especie,
cuando el sol
—su estoicidad amenazaba—
un resguardo seguro
era la respuesta
y los esplendores
sus bríos recuperaban.
Pero, tu irrupción
—tan feroz, como implacable—
solamente trajo desaliño,
que desalentó la vida
de una amorosa
variedad de suculenta,
no estaba acostumbrada
—a tus fríos impetuosos—
ella medraba a gusto
con la calidez amorosa
que la primavera
y el estío le ofrendaban.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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