En un recodo
de la ribera
hay un sauce llorón,
que dobló su cuerpo
por designios naturales
o porque algo lo perturbaba.
Parece un contorsionista
con un alma joven,
hundió su cabellera
en las aguas aún tibias,
buscando tal vez
saciar la sed acumulada.
Desde lejos
es uno más entre sus pares,
pero si lo observamos
con detenimiento
tiene una tristeza acumulada,
la causa que generó
su inevitable y precipitada vejez.
Viviana Laura Castagno Fuentes


