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martes, 26 de febrero de 2019

DESCONFIANZA


Mi confianza en la raza humana
—languidece día a día—.

¿Y por qué debería ser diferente?
Desde que nací, hay guerras cruentas,
injusticias tantas, inequidades, mentiras, 
y la deshumanización crece sin límites. 

Cada quién cuida su espacio, 
la solidaridad se minimiza
se imponen el poder, la avaricia, 
por encima de los verdaderos valores. 

No sirven para nada los organismos
por diferentes países integrados, 
porque a la hora de la verdad
cesan las palabras, para dar paso
a las atroces voces de las metrallas.

Lo lamentable es que siempre triunfa 
la malicia por encima de la nobleza, 
se acumula el poderío en pocas manos
somos rehenes de planes perversos
y de mesiánicos que se creen elegidos.

Viviana Laura Castagno Fuentes 


                     

NO ERA AQUÍ



Tal vez, era en otro mundo,
en otros tiempos,
debió ser en el pasado
o en el futuro. 

Tal vez, debimos ser otras,
diferentes e indiferentes
—hubiese dolido menos todo—
decir adiós, sabría a un hasta luego.

Es tan difícil hallar la palabra exacta,
cuando es el alma la que se expresa
insisto, debimos ser gélidas,
al menos hoy estaríamos vivas.

Nos mató la ceguera, la ilusión,
la confianza, la certeza, la vida.
Supimos considerar lo inevitable,
pero lo inevitable, abruptamente, 
arrasó sin consideración con todo.

Viviana Laura Castagno Fuentes
          

AMAS DEL JARDÍN


El sol enceguece e ilumina
a una mata de margaritas
que de tan blancas e impolutas
—bañadas de nieve parecen—
aunque un calor irreverente
en marchitarlas intente.

Ellas están medrando
en un jardín —su casa natural—
no aguardan ser mutiladas
para ser convertidas en esclavas
de un jarrón mudo e impersonal.

Ellas buscan preservarse
y su cuerpo encorvan,
esperan que el atardecer 
traiga con sus sombras
el alivio que tanto aguardan.

Y la recompensa llega,
las últimas luces 
de un sol abrasador
—dijeron adiós, hasta mañana—
ahora se erguirán inmaculadas
cuando por gotas de rocío
sean sutilmente acariciadas. 

Viviana Laura Castagno Fuentes


                        

UN CAMBIO NECESARIO


Cuando decidió partir 
del pueblo que la vio nacer,
—supo sin hesitar siquiera—
que sería para siempre.

Su juventud deseaba cambios,
—sentía que la rutina la limitaba—
amaba su río manso, sus amaneceres,
sus crepúsculos y su luna magnificente.

Amaba el entorno natural y único
pero un vacío existencial la agobiaba,
un cambio drástico sería la cura
para una angustia que se agigantaba.

Y el día llegó, partió sin mirar atrás,
cuando se decide un cambio
hay que hacerlo con el cuerpo y el alma,
vivir escindidos, es no cambiar nada.

Hoy, casi cuatro décadas después,  
—los recuerdos son inagotable riqueza—
mutó a su mujer niña por la adulta 
que la ciudad modeló con creces
despertando dones, que dormidos vivían. 

Viviana Laura Castagno Fuentes