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domingo, 6 de enero de 2019

MENSAJE PARA MI MUERTE




Cuando la muerte decida venir a buscarme, no quiero estar dormida, sino bien despierta, con la mente abierta y ágil. 
Me gustaría esperar su llegada, sentada en un lugar a cielo abierto, que las estrellas y la luna, sean las testigos privilegiadas de nuestra charla previa.

Porque desearé tener un diálogo abierto y franco, hace décadas, desde el día en que al mundo vine, comenzó mi derrotero hacia ella; una realidad tangible e indiscutible, la mayor de las certezas, no sabemos nada sobre la vida, pero sí que algún día moriremos.

 ¡Y vaya que la muerte es tan inherente a nuestra vida!
 Aunque por prejuicios y temas de la cultura, en negar esta realidad nos empecinamos.

Será interesante contarle como ha sido el viaje apasionante que he realizado. 
Con la espontaneidad que me caracteriza, le hablaré con gran franqueza, no habrá mentiras, ni ambages y menos artilugios innecesarios. 

Hasta me gustaría, invitarla a degustar un café, para hacer más amable y entretenido el intercambio. 

Sabrá ella, que acumulé muchos agobios, que de cada uno de ellos me he hecho responsable absoluta y no existen culpables en el afuera, no existen. 
Sabrá también, que el adiós definitivo a mi Padre -antes- y a mi Madre hace muy poco, fueron los acontecimientos más dolorosos que he vivido, marcaron a fuego toda mi existencia y dejaron heridas incurables.

Sabrá también, que no hay arrepentimientos, todo lo vivido ha sido fuente inagotable de aprendizaje, porque de ello se trata el viaje. 
Fui integrante de una familia amorosa, cada quién cumplió sus roles generosamente y han sido artífices de la mujer del ahora. 

Si tuviese que escoger una etapa, la más plena, sería definitivamente mi maravillosa infancia, porque el candor que poseía, iluminó cada instante y embelleció con luces especiales esta gran travesía. 

Imagino, que así será nuestro diálogo, una vez concluido, tomaré sus manos y dejaré que ella guíe los tramos definitivos. 

Hasta siempre vida, muchísimas gracias por tanto, solo permíteme que solicite tus disculpas, mi único error, mi gran deuda habrá sido: no haber vivido con plenitud etapas pródigas, es una estación que pasé de largo, por miedos paralizada tal vez, cancelé goces tantos sin ser consciente por supuesto.

Traicioneros miedos que no paralizan al cuerpo, sino que asesinan al alma, tan incauta, tan inocente ella.
Vamos, estoy dispuesta ahora, amiga tienes las llaves que abrirán  otras puertas, para que definitivamente pueda viajar más libre y más ligera, pero ¿Hacia dónde amiga?


Viviana Laura Castagno Fuentes

                           

MIS NAUFRAGIOS



Escribir es una necesidad imperiosa, que se gesta muy dentro. Son miles de palabras que se desplazan por cada intersticio del cuerpo y del alma, con la ductilidad que poseen los veleros que en aguas calmas y turbulentas navegan.

A veces, logran sortear los embates de las borrascas y salen a flote; pero otras, encallan en la arena o simplemente naufragan y se hunden.
Es cuando la fuerza inspiradora se aquieta y desaparece, hay un enorme sentimiento de orfandad que lacera y me deja a la intemperie más absoluta.

Es como si el pintor, tuviese su atril con su lienzo y sus óleos prestos y sus manos estuviesen tiesas, inhabilitadas para plasmar las primeras pinceladas que darán forma a su magistral obra. 

La magia de la inspiración salió de gira; estará gestando otros poemas, en otras almas, con páginas vacías que la aguardaban y me conmina sutilmente a ceder ante tanta incertidumbre que se fue instalando sin que advirtiese siquiera.

Así es el universo de la escritura, nos envuelve con sus letras y nos invita a cautivar corazones o nos desnuda; cuando tempestades sorpresivas, nos condenan a sobrevivir a la deriva esperando la llegada de un rescatista que a puerto seguro nos acerque.

Viviana Laura Castagno Fuentes 
    

Y HAY MIRADAS...



Y hay miradas,
que aun calladas
están hablando
y dicen tanto...

Y hay abrazos,
que desdibujan 
límites físicos, 
porque nos abraza
el alma, no el cuerpo.

Y hay sonrisas,
sin argumentos 
porque no los necesitan,
cuando muy dentro, 
se han gestado.

Y hay personas, 
que por existir simplemente, 
hacen del mundo
un lugar más seguro, 
aunque las bombas 
de execrables guerras, 
a nuestro lado 
estén estallando.

Y hay tanto y hay tantas,
solo hay que mirar 
con los amorosos ojos
que el alma primigenia ostenta.


Viviana Laura Castagno Fuentes