Ni siquiera era "dolor"
tampoco "tristeza"
—o tal vez sí—
pero fusionados hábilmente
en una simbiosis perfecta.
Porque la erosión
que tenía muy dentro,
—había abierto un vacío—
que no se expandía
pero que tampoco menguaba.
Y la sensación era inefable,
—ese hueco abducía todo—
desde un pensamiento
hasta una emoción
y justo allí desaparecían.
Y no había paliativos
que lograran disiparlo
pero,—el arte de la paciencia—
hizo gala de su magia
y lo minimizó un poco.
Después de dos años
encontré la palabra atinada
que explica la ambigüedad
de un sentimiento inacabado
"te extraño" y es irreversible.
Viviana Laura Castagno Fuentes
