¡Detente cielo, detente!
Abre tus ojos te pido,
hace días que los has cerrado
en una actitud beligerante
y hasta incomprensible
te confieso.
Hay flores con sus pétalos
y sus delicados pimpollos
que yacen por doquier esparcidos,
hay árboles sin sus nidos
y avecillas desasosegadas
deambulando en extravío.
Las sinfonías de ayer nomás
mutaron hoy a gritos de auxilio,
porque los nidos eran cuna
y amoroso cobijo
de frágiles huevecillos
que nunca más, serán un ave.
¡Detente cielo, detente!
Te conmino casi
a que abras tus párpados,
corre el telón con tus grises
y píntalo con celeste,
para que aquí abajo
la vida, con sus procesos
de renacimientos perpetuos,
comience otra vez, como antes.
Viviana Laura Castagno Fuentes
