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domingo, 30 de junio de 2024

FRONDOSA ALMA

 

Cada vez que observaba
la belleza de un ocaso,
su mente de niña —tan genuina—
imaginaba que el sol se ahogaba.

No cabían las explicaciones 
ante un alma con libertades
—la rigidez de la ciencia—
con creces languidecía,
para ella no había dudas,
su sol amado —cada tarde moría—.

Pero también imaginaba,
—que en una ostra dormía—
esperando al alba —su rescatista—
que a despertarlo más tarde llegaría.

Era la intrépida capacidad 
de una mente frondosa
—con un alma superlativa—
el hábitat perfecto 
donde las ilusiones se gestan.

Intuía ella, que esa ostra amorosa
—era la cuna para su sol cansado—
y que un amanecer esplendoroso
en rescatista habilidoso
—se convertiría—.


Viviana Laura Castagno Fuentes


GRITOS

 

Puedo pergeñar una poesía
que hable sobre las rosas,
las fragantes glicinas,
o los cielos diáfanos.

Podría escribir también,
sobre la niñez maravillosa
que esculpió a la mujer de ahora
la que mantiene viva a su niña.

Pero, hay momentos,
en que se desata en mi alma
—un clamor que exige gritos—
y las palabras son emisarias
no quieren flores, ni cielos,
ni infancia, tampoco primavera,
—sino que hable sobre la indolencia—.

Sí, esa indolencia que duele,
la que estruja al alma
como a un trapo raído y viejo
—la que mira sin mirar nada—
y se da el permiso absurdo
—para saludar a la injusticia—.

Hoy me bulle la sangre,
—tanta indiferencia espanta—
la riqueza en pocas manos
que se torna vil y obscena
y hace que me pregunte:
¿Para qué desean tanto
si no es para poner en otras manos
y otros estómagos que esperan?

Disculpen, hoy no pude escribir,
no logré plasmar nada sobre 
mi primavera y mis glicinas,
—me abdujo la cruda realidad— 
la misma que estrujó 
a mi alma anonadada
—cual trapo raído y viejo—
porque —tanta insensibilidad—
carece de explicaciones válidas. 

Viviana Laura Castagno Fuentes