¡Cuántas veces!
Convocamos al silencio
como nuestro aliado tácito
cuando las palabras huelgan.
¡Cuántas veces!
En eximio orador se convierte
para insinuar con solvencia
lo que la mente enmudece.
¡Cuántas veces!
Esos silencios "hablan"
desnudan sin hesitar siquiera
nuestros universos íntimos.
¡Cuántas veces!
Ese aparente mutismo
es el idioma perfecto
que solo el alma explica.
¡Cuántas veces!
Viviana Laura Castagno Fuentes
