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sábado, 13 de febrero de 2016

SENTIMIENTOS INEFABLES

Te extraño, aunque no he estado pensando en ti, pero te he extrañado últimamente; en algún intersticio o recodo de mi alma aún estás vigente sin dudas.

Parece una contradicción lo que estoy confesando, porque estamos tan lejos, nos separan ríos caudalosos, montañas con nieves eternas, árboles que acarician nubes esponjosas, pero nos une un cielo que es nuestro cómplice perpetuo.

A veces me pregunto: ¿Qué parte de ti es la que extraño, si no nos hemos conocido personalmente hablando?

Son los inefables misterios que guardan los sentimientos, son grandes simuladores, urden subterfugios para desorientar a la tozuda e insistente mente.

Por ello te decía, conscientemente no estabas en mis pensamientos y sin embargo estuve extrañándote con creces, debo admitirlo.

¿Y qué es extrañar a quién no he conocido todavía?

Se siente como un vacío que lacera al alma y grita en silencio cuanto duele esa ausencia.
Y si jamás nos conocimos: ¿Por qué hablo de ausencia, si justamente extrañamos cuando hemos experimentado la presencia?

Misterio perpetuo esto de los sentimientos, extrañar si tu mirada y la mía no se han asido al alma todavía. Busco justificaciones, pero huelgan todas ellas, la verdad es que muerde cada espacio mío la ausencia de una presencia jamás concebida.

Te extraño, aunque apuesto al desapego en las relaciones humanas, porque estoy convencida que el verdadero amor, no captura, ni sojuzga, todo lo contrario, deja volar libremente y emancipa a quién amamos.

Discúlpame ,pero te extraño y debo ser honesta.

Viviana Laura Castagno Fuentes


                                  

UN MUNDO IDEAL

Los niños y la abuelita subieron a una nube cómplice a la gran mesa, en ella se sentaron, la abuela con una de sus nietas.

Sobre un gran plato playo se acomodó uno de los niños, el otro atisbaba desde una taza coqueta pintada con rosas, mientras su pícara hermanita se balanceaba sobre rodajas de un apetitoso pan casero.

¿Están preparados todos?, preguntó la amorosa abuelita
- Sí, respondieron sus nietos.
Y comenzó a leer el cuento elegido luego de un consenso.

La bellísima historia hablaba de un mundo ideal para los hombres todos, porque las atroces guerras estaban prohibidas, la armonía y el amor inundaban las almas como si fuesen océanos embajadores de la paz tan ansiada.

El dinero no existía, eso no era lo importante; la solidaridad y el intercambio entre todos, les proveía de lo necesario.

Todas las casas tenían jardines muy bellos, las elegantes flores saludaban con fragancias y embriagantes perfumes a los vecinos que por la vereda paseaban; las aves formaban un coro, dirigido por doña lechuza, que invitaba a cantar y danzar a todos los habitantes del mundo.

Los abuelos; los tíos, los padres, las maestras, los padrinos, los servidores públicos, la sociedad en su conjunto; sembraban hectáreas con golosinas variadas para repartir entre los millones de niños.

¡Cuánta felicidad reinaba, la tristeza no estaba permitida!, no era difícil organizar una sociedad más justa, más amable, ¿si no es imposible lograrlo?

¿Se dieron cuenta niños?, dijo la abuelita
- Sí abuela, está todo muy claro, dijo una de las niñas: "Si hay buena voluntad y corazones cargados de amor, un mundo como el del cuento podemos construirlo entre todos y vivir felices para siempre"

- Sí, mi niña, dijo la abuela: "Ese es el mensaje que quise transmitirles"

- ¿Bajamos y vamos a dormir porque es muy tarde?
- ¡Vamos abuelita, muchas gracias por el cuento, nosotros lo haremos realidad y viviremos juntos en un mundo lleno de paz, amor y caramelos!

Viviana Laura Castagno Fuentes.



                

EL SECRETO


Había que nacer jirafa, ese era el secreto,
vestir un largo y esbelto cuello,
calzar unas altísimas y finas patas
para plasmar el más anhelado intento.


Sí, nacer jirafa, poseer esa elegancia nata,
mirar con enormes ojos dulces y atentos,
estirar como si tuviese elastizado el cuerpo
y entre vaporosas nubes lograr el cometido.


No lo había imaginado y era mi sueño confieso,
debí haber nacido jirafa, alta y estilizada,
poseer la aptitud dúctil y etérea de bailarina
para tocar a la luna y besarla dulcemente.


Viviana Laura Castagno Fuentes.