¿Sabes algo?
Durante años me acostumbré
a observar tu blanco cuerpo
mientras plácidamente dormías
y cuando despabilada estabas.
Eras inasible para mí
un amor errático tal vez,
porque mientras te ofrendabas,
dentro de mí, el ocaso se instalaba.
Mentira, jamás me acostumbré,
era una excusa para disipar al dolor
suele mi alma utilizar con solvencia
ciertas artimañas para sobrevivir.
Pero anoche, la vida me recompensó,
estuvimos cara a cara otra vez,
lucías radiante, si hasta refulgías,
mientras una noche translúcida
acompañaba tu beldad... luna mía.
Viviana Laura Castagno Fuentes
