Ser un faro en la vida de alguien
es sentir que justificamos la existencia,
es dar al alma la convicción plena,
que la luz que irradia puede ser eterna.
Ser un faro en la vida de otros
es una responsabilidad y una osadía,
es sentir que podemos iluminarlos
y que ese haz de luz mutará en guía.
Ser un faro en la vida de muchos
es sentir que el corazón se multiplica,
en miles de otros faros orientadores
de silentes y desorientados corazones.
Ser un faro en la vida, es todo un lujo,
es asumir roles para los que no hay escuela,
ni manuales, ni libros, ni aulas magnas,
solo la amorosa acción de obsequiar al alma.
Ser un faro, es un gesto de esperanza,
para la tribulación y desazón que anidan,
es decirles aquí estoy, aquí me encuentro,
cuando la nave de sus vidas, va a la deriva.

