¿Llega adormilado el amor
cuando en nuestro ocaso aparece?
¿O no supimos percibir su presencia
cuando en nuestros amaneceres estuvo?
¿Fue un habilidoso jugador
idóneo para ocultarse
y propiciar la búsqueda,
pero cuando lo descubrimos
ni él, ni nosotros, prestos estábamos?
¿Será que el amor espera
el momento exacto, puntual,
para llamar a la puerta
y con sigilo se queda aguardando?
Pero lo que no sabe el esquivo,
lo que ignora el escurridizo
cuando a jugar nos induce,
es que corre el riesgo certero
de no ser atendido
cuando a golpear nuestra puerta
un día no muy lejano, decida.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















