Y vuelvo a ti,
porque en realidad
—no me he ido nunca—
y hacia tu cielo inigualable
estoy volviendo.
Y vuelvo a ti,
a los plátanos esbeltos
—cuna y abrigo—
de mi zorzal despertador
en las madrugadas.
Y vuelvo a ti,
—agradezco la experiencia—
sabrá la vida
(explicar con contundencia)
—por qué la adaptación—
no existió nunca.
Y digo adiós,
a otro cielo impoluto
a otros árboles bellos
—pero no a mi río—
él será un gigante ahora
cuando sus aguas mansas
en mar bravío tornen.
Y vuelvo a ti...
Viviana Laura Castagno Fuentes



















