EL abuelito propuso a sus adorables nietos subir hasta el cielo, solicitar con sonrisas el permiso pertinente para recolectar las estrellitas que están sobrando y don cielo no las necesita.
El cielo, que goza de una generosidad ya conocida, habilitó el permiso y comenzó la amorosa tarea por todos asumida.
El abuelo subió una gran mesa redonda, acomodó la gran pava, llamó a la señora taza voladora y cada uno de los niños ocupó el lugar que habían elegido.
Uno se trepó a la pava; otros dos nietitos subieron a la enorme taza, la niñita y el abuelo estaban cómodamente sentados sobre la gigantesca mesa.
Y comenzó el proyecto mágico que tanto imaginaron, recoger las rutilantes estrellitas que están de más en el inconmensurable cielo y guardarlas con sumo cuidado en recipientes especialmente preparados para ello.
Todo era alborozo y alegría en la tarea asumida, el abuelito, los nietos y la más increíble de las aventuras: pescar con amor y mucho esmero a las estrellas vagabundas para iluminar al pueblo.
Porque ese era el fin perseguido, hablar con don cielo, explicar que necesitaban urgente las luces que el pueblito había perdido.
Y llegó el final de la tarea, los niños y el abuelito cumplieron su anhelado sueño: a partir de esa misma noche, bajarían delicadamente los recipientes abarrotados de miles de estrellitas fugitivas para que iluminen el bello y pintoresco pueblo.
¡Muchísimas gracias don cielo!, la oscuridad se irá de viaje por largo, larguísimo tiempo.
¿Se dan cuenta niños del mundo entero?: "Cuando existe solidaridad, perseverancia y amor los sueños se vuelven realidad".
Viviana Laura Castagno Fuentes.


















