Un par de viejas zapatillas rojas,
deslucidas, porque el tiempo
impiadosamente las desgastó,
yacen olvidadas en un desván,
lugar de todo aquello
que alguna vez sirvió.
Evocan épocas vividas, plenas,
cuando su otrora dueño, con ilusión,
años atrás las estrenaba.
Ellas no saben de moda,
no comprenden que existen etapas,
que hay épocas de vida útil,
aun para unas zapatillas vetustas
que supieron sobre éxitos y medallas.
Miran hacia un jardín con nostalgia,
esperan que alguien ingrese,
y puedan salir a trotar otra vez,
como lo hacían antes, al amanecer,
pisando la gramilla tierna del parque.
No pierden las esperanzas,
están un poco gastadas nada más,
aparecerá un pequeño nuevo dueño
que en sus pies las probará;
y quién sabe, será otro comienzo,
que del hastío y el abandono
las rescatará.
Es la vida amigas, todo pasa.
Nada, nada es para siempre,
supieron ser las cómplices silentes,
cuando eran nuevas y útiles,
hoy, ya deterioradas, ya sin luces,
el destino es el abandono inevitable.
Aunque puede aparecer un niño,
en cuyos delicados pies quepan,
y logren salir de su ocaso
a trotar por una suave y húmeda gramilla.
¿Quién puede saberlo?....
Viviana Laura Castagno Fuentes


















