Cada mañana,
cuando intento degustar
mi desayuno a solas,
amo imaginar que estás conmigo.
Si hasta veo tu imagen,
tus manos extendidas
que se dibujan,
en el humo escurridizo
de un café, que rápidamente se enfría.
que se dibujan,
en el humo escurridizo
de un café, que rápidamente se enfría.
Se interponen los recuerdos,
aquellos diálogos tan intensos,
tu postura tan férrea
sobre una fe consolidada
y yo, tan crítica, tan agnóstica,
tan enemiga de los dogmas.
Se generaban discusiones férreas,
pero tu templanza, tu paciencia,
—lograban cual libro—
apaciguar las aguas
dando vuelta la página.
dando vuelta la página.
¿Sabes algo?,
extraño esos tiempos,
enriquecieron mi existencia
y la cambiaron para siempre.
enriquecieron mi existencia
y la cambiaron para siempre.



















