Y logré al fin, desalojé a los dolores apoltronados,
les cancelé la comodidad en que habitaban,
los invité a partir, hasta las maletas les tenía preparadas.
Y partieron, pero aunque una contrariedad parezca,
han dejado un vacío, algo me falta muy dentro
y no logro encontrar las respuestas atinadas.
¿Por qué me acostumbré a asilar dolores viejos?
Somos una amalgama de complejidades los humanos,
hasta ayer nomás, clamaba por excarcelar dolores anquilosados,
hoy no están, pero hasta diría que los extraño y parece
un galimatías lo expresado.
Deseaba tanto un espacio para que nuevas emociones ingresen
y despabilen a amorosos moradores que estaban aguardando
desde hace mucho tiempo.
¿Será que me asustaron los cambios,
que a dolores y angustias viejas me había adaptado?
que a dolores y angustias viejas me había adaptado?
¡No, no puede suceder lo mismo otra vez, no puede ser!
Mi vida es un historial ingente sobre miedos sempiternos
y emociones nuevas, lidiando entre ellos, es una batalla diaria,
no deberían sepultar al amor que ha llegado, porque atendieron los miedos
y prefirieron llamar a los viejos moradores porque a ellos se acostumbraron.
¡No, no puede estar sucediendo otra vez, desearía pensar que es un sueño todo!
Viviana Laura Castagno Fuentes



















