El amor
jamás interrumpe,
es un asistente de emergencia
sutura con solvencia
heridas aún abiertas
y resarcirlas logra.
No, nunca interrumpe,
pensar eso sería un desatino
—una percepción equívoca—
porque cuando él llega
colma y hasta organiza
piezas que dispersas estaban.
El amor nada interrumpe,
embellece con idoneidad
los vergeles lánguidos
cuando a sus flores
la opacidad restaña.
No, el amor nada interrumpe,
siembra verdores
esparce simientes
justamente ahí
donde lo estéril abunda.
Sí sería una interrupción,
un óbice insalvable
el desacostumbrarnos
a sus maravillosas interrupciones.
¿Pero el amor?
Justamente él, no interrumpe.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















