Anoche, una lluvia
de níveos pétalos
—inundó el patio—
con la complicidad
de un tenaz viento.
Creo que ha sido
un gesto de compensación
para que un piso
—de gris y opaco cemento—
tuviese un sesgo de luz.
Un árbol de ciruelo
—ha sido el magnánimo—
que ofrendó a sus flores
que de tan blancas
estrellas extraviadas parecían.
Anoche, una lluvia
de pétalos desordenados
le ha insuflado vida
a un gris intrascendente
de un viejo piso de cemento.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















