No desesperes
—fue la sugerencia—
frecuenta mucho la costa,
—me dijo—
y esas palabras tan profundas,
en mi alma aterida resonaron.
Y la pregunta es, amigo mío:
¿Acaso tienes potestades privilegiadas
que cuarenta años de ausencia,
justifican que yo desconozca?
Tal vez, sea una ignorante supina,
cuatro décadas nos escindieron
y te has convertido en un versado
en analgesias que atenúan
o erradican de cuajo
desazones, que día a día crecen.
Haré caso a la amorosa propuesta,
me acercaré hasta tu margen
cuando arrecien tempestades
de esas que se desatan muy dentro.
Confío en tus dones naturales
—si sabrás sobre borrascas—
tus aguas acunan dolores nuevos
pero también aquellos
que por tozudos, se petrificaron.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















